martes, 25 de diciembre de 2012

Desafección y abandono escolar.


El grado de bienestar subjetivo de nuestros adolescentes está relacionado, entre otras cosas, con el rendimiento académico, ello es un indicador fiable del compromiso emocional que los estudiantes manifiestan hacia la comunidad educativa. Esta afirmación no la hacemos al azar, sino basándonos en estudios que dan respuesta a la creciente preocupación por los altos índices de desafección y abandono escolar prematuro. Los resultados obtenidos indican que el abordaje del fenómeno pasa por ajustar los centros educativos a las necesidades reales de aprendizaje y propiciar un clima de seguridad en las aulas, donde el concepto de empatía esté ligado a la gestión de los conflictos y la promoción de la tolerancia. Sabemos que el compromiso emocional de nuestros alumnos decrece a medida que van superando etapas. Entre este fenómeno y el aumento de la conflictividad en los ciclos superiores, podemos establecer cierta relación. Las evidencias siguen orientando en tal sentido y constatan que la consecuencia de que los estudiantes no se sientan comprometidos e involucrados emocionalmente con la escuela, a menudo deriva hacia desajustes conductuales, lo que juega un importante papel en el deterioro de sus funciones cognitivas con el consiguiente empobrecimiento de los resultados académicos. Newmann afirma que el principal problema para los estudiantes y maestros no es el bajo nivel académico de los alumnos, sino la desvinculación hacia el sistema educativo. Conviene saber que el interés por el bienestar subjetivo en la infancia y adolescencia responde a la necesidad de "escuchar e involucrar a los propios niños y niñas en el diseño, implementación y evaluación de políticas o acciones que les afecten". Supone el cumplimiento de sus derechos básicos, insta a evaluaciones constantes, para saber "dónde estamos y a dónde vamos en relación con nuestros valores y objetivos sociales, así como valorar programas específicos de actuación social y su impacto". Los alumnos comprometidos son aquellos que se perciben bien tratados, considerados y emocionalmente conectados con sus iguales, pero también con los responsables de la comunidad educativa de la que demandan la consideración necesaria capaz de promover su autonomía y sentido de autovalía. Las ventajas son claras, pues tales condiciones favorecen la autorregulación, habilidad que requiere de "determinadas estrategias psicológicas que precisan de un aprendizaje emocional" anclado en un contexto encaminado a proporcionar seguridad y autoestima, pues los hallazgos revelan cómo los aspectos psicológicos en los entornos de aprendizaje están asociados con el compromiso emocional. La autorregulación implica "dirigir acciones hacia objetivos motivados por la necesidad psicológica de sentirse autónomo, competente y emocionalmente conectado a otros". La forma en que la escuela responda a las necesidades propias de cada etapa evolutiva determinará el grado en que los estudiantes se vinculen a ella. Los predictores psicológicos del compromiso emocional hacia el aprendizaje, que están también vinculados al clima general en el aula, han demostrado estar estrechamente relacionados con el nivel socioeconómico, la autonomía y el autoconcepto, pero también con la necesidad y motivación de logro. Estas tres dimensiones básicas obligan a la revisión de las evidencias, pues determinan „mal que le pese al irracional discurso neoliberal actual„ que la solución al problema de la violencia y la desvinculación escolar pasa por un sólido esfuerzo orientado a garantizar la justicia social.